Courage Is Knowing You Are Enough
Maria Fernanda Rincones, 20
(Spanish version below)
I could catalog myself as a person with a well-developed fatalistic facet. I grew up being afraid of many things: dogs, heights, having a partner, and of course, organ thieves.
Eventually, I realized that my fear was focused on any situation that would threaten my physical or mental integrity and when perceiving a minimal threat my reaction was to take flight because I was always waiting for something terrible to happen to me.
With time, I reached small victories and I love to point them out: I went to my neighbor’s home letting her pets gather around me, I went on roller coasters -not the ones that are too intense-, I have an amazing partner and I no longer feel - as- nervous about having my vital organs stolen every time I take a taxi.
During my college stage, I experimented with having my creativity at top priority and with that push I got on a bunch of personal and group projects. I used to finish and share my group projects very proudly, but on the other hand, my personal projects will remain saved on the pages of my notebook or recorded on my phone.
I started to wonder why I felt so ashamed of my ideas and why I kept the projects that I loved hidden behind an empty facade. I realized that I was afraid of not being enough, a fear that came from the depths of my insides and paralyzed me from head to toes.
From a place of fear, I made the decision to take the easy way out and just run away a thousand times.
From a place of fear, I stopped raising my hand because my opinion was not important enough to be taken into consideration.
From a place of fear, I stopped writing because my lyrics were not interesting enough to be read.
From a place of fear, I stopped applying to dream jobs because I was not "good" enough to be selected, whatever "good" means.
But, despite it all, the most lethal thing that I've done from a place of fear, was to make the decision not to share my work and my dreams. I let my fatalistic self-take over, and I became my worst enemy. I started to think that everything could become a complete disaster.
I decided not to share anything, knowing that I live in an era when I am a click away from possible allies. But of course, who would want to connect with me or recommend me if I stay silent? .
I clung to that fear and assumed I was not enough.
Even to make that decision I needed courage because it represented going against the world -my world-. I would think that I walk through life alone and helpless, but honestly, I have always been surrounded by people willing to help me and let me that I am capable of reaching anything that I set my mind to.
Then it came like that, as an epiphany at midnight, unexpected.
"I am enough."
"Why wouldn't I be?"
I started to reflect on what I have not done by allowing fear to paralyze me and I understand that no project is perfect from the start, that asking for feedback is valuable when moving forward. That, allows me to make mistakes, liberated by the thought that there will always be people more prepared than I am, but I can always learn from them instead of letting them intimidate me.
I haven’t stopped being afraid, but I have decided to face it every day.
Every morning I wake up and I say to that ghost, the ghost in my head: “Today I am going to make things happen, because I am enough”.
Courage has opened many doors for me. I got a job that I love and from which I have learned a lot, I am in contact with amazing professionals who are willing to be my mentors, and I put a lot of effort to make my ideas a reality. I started to live with a new perspective. I feel free now.
Translated by Andrea Rojas
Spanish Version
Coraje es saber que si doy suficiente
María Fernanda – 20 años
Podría catalogarme como una persona con una faceta fatalista muy bien desarrollada. Crecí con miedo a muchas cosas: los perros, las alturas, tener una pareja y por supuesto, los ladrones de órganos. Eventualmente comprendí que mi temor estaba enfocado en cualquier situación que pusiera en riesgo mi integridad física o mental y al percibir una mínima amenaza mi reacción era emprender la huida, porque siempre estaba esperando que algo terrible me pasara.
Con el tiempo, alcancé pequeñas victorias y me encanta destacar que: entré a la casa de mi vecina con sus mascotas a mi alrededor, me monté en montañas rusas -no demasiado intensas-, tengo un novio increíble y ya no me siento -tan- nerviosa de que me roben mis órganos vitales cada vez que tomo un taxi.
Durante mi etapa universitaria, experimenté el tener la creatividad a flor de piel y con ese empuje me embarqué en un montón de proyectos personales y grupales. Los grupales, solía completarlos y compartirlos con mucho orgullo, por el contrario, los personales se quedaban guardados en hojas finales de cuadernos o grabaciones hechas con un celular.
Comencé a preguntarme por qué me sentía tan avergonzada de mis ideas o por qué guardaba detrás de una fachada vacía los proyectos que me enamoraban. Descubrí que tenía miedo a no ser suficiente, un miedo que venía desde lo más profundo de mis entrañas y me paralizaba de pies a cabeza. Desde el miedo, tomé mil veces la decisión de irme por el camino seguro y huir.
Desde el miedo, dejé de hacer comentarios porque no serían lo suficientemente importantes para ser tomados en cuenta. Desde el miedo, dejé de escribir porque mis letras no serían lo suficientemente interesantes para ser leídas. Desde el miedo, dejé de aplicar a trabajos soñados porque no sería lo suficientemente buena para ser seleccionada.
Pero, a pesar de todo, considero que lo más letal que hice desde el miedo, fue tomar la decisión de no compartir mis comentarios, mis luchas, mis escritos, mis fotografías, mis podcasts, mi resumen curricular y mis sueños. Dejé que mi yo fatalista se apoderara de mí, me convertí en mi peor enemigo. Comencé a pensar en que todo podría convertirse en un completo desastre.
Decidí no compartir nada, sabiendo que vivo en una era donde estoy a un click de distancia de posibles aliados. Pero claro, quién querría conectar conmigo o recomendarme si me mantengo silente, inerte, sin contarle a nadie en qué estoy trabajando o qué proyecto increíble se me ha ocurrido.
Me aferré a ese miedo y asumí que no era suficiente.
Incluso para tomar esa decisión se necesité valor, porque representaba ir en contra del mundo -mi mundo-. Cualquiera podría pensar que camino por la vida sola y desvalida, pero la verdad es que siempre he estado rodeada de personas que están dispuestas a ayudarme, convencidos de que soy capaz de alcanzar cualquier cosa, una red de apoyo que me sostiene en todo momento.
Entonces me llegó así, como una epifanía de media noche, inesperada. Soy suficiente. ¿Por qué no lo sería? Durante toda mi vida me he esforzado por estudiar, leer, investigar, prepararme para ser mejor cada día. Eso no significa que dejaré de hacerlo, sino que comenzaré a valorar lo que soy aquí y ahora enalteciendo el camino que he recorrido.
Desde entonces, soy capaz de verlo todo con mayor claridad.
Reflexiono sobre lo que he dejado de hacer por permitir que el miedo me paralice y entiendo que ningún proyecto es perfecto desde el primer momento, pero pedir feedback es valioso para seguir avanzando. Que permitirme equivocarme es liberador y que siempre habrá personas más preparadas que yo, pero depende de mí aprender de ellos en lugar de dejar que intimiden.
No dejé de tener miedo, decidí enfrentarlo cada día.
Todas las mañanas me despierto y le digo a ese fantasma: “Hoy voy a hacer que las cosas pasen, porque hoy soy suficiente”. La valentía me ha abierto muchas puertas, conseguí un empleo que me encanta y ha sido un gran aprendizaje, estoy contacto con profesionales excepcionales dispuestos a ser mis mentores y me esfuerzo por hacer que mis ideas sean una realidad. Comencé a vivir, con una nueva perspectiva.